La sospechosa fluidez del cuerpo
¿Qué pasa cuando moverse se vuelve más fácil de lo esperado? ¿Será que la fluidez también desconcierta? Esta es una pequeña bitácora de cuerpo y percepción en tránsito.
Últimamente, al moverme, siento una calma como nunca. En ese estado, mientras exploro nuevas secuencias de pasos que el coreógrafo con quien estoy trabajando me propone, noto una fluidez incipiente, casi sospechosa. Es como si, de repente, estos nuevos movimientos se sintieran más sencillos y menos forzados de lo que imaginaba. Esta inesperada facilidad empieza a sembrar dudas en mí y desafía mi creencia de que bailar siempre exige un esfuerzo titánico.
De hecho, en el estudio de danza, experimento por momentos esta calma y fluidez. Allí, al concentrarme en la sensación de mi cuerpo, mis pies adquieren agilidad, mi torso se vuelve más expresivo y consigo más coordinación. ¡Por un instante, me entra esa ilusión embriagadora de que soy una bailarina profesional, dueña de cada paso!
Pero la magia se rompe en cuanto me veo en los videos que se hacen de los ensayos. Ahí, la ilusión de fluidez se desvanece como un espejismo y todas mis dudas afloran. La imagen que devuelve la pantalla es un recordatorio cruel de la distancia entre lo que siento y esa bailarina etérea que idealizo. Es como si el video anulara cada clase, cada ensayo y cada mínimo avance. Aún peor, la cámara distorsiona mi realidad, exhibiendo, sin anestesia, una falta de claridad en las formas, de soltura y de flexibilidad que juraba haber conquistado. Tal vez mi cuerpo se niega a alinearse con la cámara del celular o ella simplemente se niega a ver lo que siento; la verdad es que la brecha entre mi percepción interna y lo que veo externamente sigue siendo un misterio.
Y es justo en este misterio donde la antropóloga colombiana Zandra Pedraza me ofrece una luz, una forma de gestionarlo. De entre todas sus ideas, hay una que resuena con particular fuerza en mí, sobre todo al pensar cómo a través del tiempo nuestra relación con el cuerpo se ha transformado en Colombia: “del cultivo del propio cuerpo se pasó al culto al cuerpo ajeno”. Quizás mi frustración al ver estos videos es una pequeña muestra de eso, de cómo a veces me concentro en una imagen externa, en cómo 'debería' proyectar una bailarina de postura impecable, de extremidades largas, de líneas y curvas perfectas. Una aspiración que, irónicamente, me desvía de la conexión más genuina con lo que siento y vivo al bailar, alejándome del verdadero cultivo de mi propio cuerpo.
Y quizás la verdadera lección de verme en esos videos no sea la frustración por la distancia entre lo que siento al bailar y cómo me veo, sino la invitación a recuperar el valor del propio cuerpo, de su cultivo honesto, frente al interminable culto al cuerpo ajeno. El verdadero desafío está en asimilar que la belleza y el valor no residen en una perfección inalcanzable, sino en la expresión sincera de lo que uno es: aceptar que cada paso —incluso los imperfectos— es una manifestación única de nuestra evolución. Y tal vez esa calma y fluidez que sigo experimentando —y que al principio me pareció “sospechosa”— sea precisamente eso: la señal de una danza más auténtica, y ¿por qué no?, de una vida con más sentido también. Porque en ese espacio íntimo, donde lo que siento no necesita validarse en una imagen, es donde el cuerpo encuentra su propio ritmo. Y tal vez ahí, justo ahí, empieza algo más honesto. No perfecto. No siempre visible. Pero vivo.
Paola Chaves Olarte
Te felicito. Bella la reflexión e impecable el texto.
ResponderEliminarGracias por leer con tanta atención. Es una alegría saber que la reflexión y el cuidado en la escritura llegan del otro lado.
EliminarPrima creo tu reflexión es muy pertinente en nuestra realidad actual. Creo que la cultura de la imagen que nos traen las redes sociales agrava un proceso de identidad que vivimos todos en nuestra cotidianidad. Qué tanto nos debemos a nosotros mismos y que tanto queremos complacer a otros (nuestros padres, nuestros amigos, nuestras pareja, nuestros jefes, nuestros visitantes que dejan likes). Antes sin la imagen inmediata que devuelve la posibilidad de vernos a nosotros con la distancia del lente, dejaba al sujeto con la propia percepción de sí mismo y con la que nos devolvian los demas en sus gestos o en su palabra.
ResponderEliminarGracias por leer con tanta atención y dejarme un comentario tan lúcido 💛
EliminarEn danza grabarse ha sido siempre parte del proceso, mucho antes de las redes. Sirve para afinar detalles, aunque a veces la imagen devuelta sea más dura de lo que quisiéramos. Como dices, hoy se vuelve aún más complejo distinguir entre lo que sentimos, lo que proyectamos y lo que se ve desde fuera. Escribir sobre eso fue también una forma de escuchar el cuerpo con más honestidad.