Excavaciones domésticas: cuando pintar una pared se vuelve una revolución interior
A veces, un simple cambio lo detona todo. Para mí, fue decidir pintar las paredes de mi apartamento de gris, siguiendo la recomendación de una prima con buen ojo para la decoración. Lo que parecía un acto sencillo de embellecer mi espacio, se convirtió en una excavación doméstica. La elección del color y cada objeto que decidí mantener o dejar ir, empezó a remover algo más que polvo en los rincones. Fue el catalizador de una inesperada aventura interior, desenterrando capas de mis propias historias y llevándome a una sentida introspección sobre mi espacio y sobre mí misma.
Resulta que esta odisea de pintura y desempolvado tiene más en común con la antropología y la arqueología de lo que uno creería. Un antropólogo inglés, Michael Carrithers, dice algo muy interesante: que más allá de nuestras diferencias, lo que realmente nos une como seres humanos, lo que hace posible la cultura en sí misma, es esa chispa universal que todos compartimos: la creatividad. Pues bien, mi mundo, en este momento, es un campo de batalla donde esa creatividad se ha desatado a niveles insospechados. Está mi yo nostálgico, que se aferra a una ruana colombiana con la tenacidad de un arqueólogo a un fragmento de cerámica, y mi yo minimalista en ciernes, que mira con sospecha a cualquier objeto que no tenga una función clara. ¡Adiós colección de imanes de nevera! Ambos luchan por imponer su visión creativa del espacio.
Y luego está el recuerdo de la arqueóloga colombiana Elena Uprimny, desenterrando las vidas de sociedades pasadas a través de sus vestigios materiales. Aquí estoy yo, Paola, la excavadora de mi propia existencia, analizando por qué una espiral metálica con hojas otoñales, un autorregalo melancólico de una Paola pretérita, me genera más emociones que un capítulo entero de mi serie favorita. Cada objeto que decido conservar o desterrar se convierte en un artefacto de mi historia personal, revelando mis gustos cambiantes, mis apegos inexplicables y mi constante negociación entre quién fui, quién soy y quién aspiro a ser, todo impulsado por esa misma creatividad que Carrithers destacaba como nuestro común denominador humano.
Lo más curioso de todo es esta extraña simbiosis entre el espacio que se renueva y el yo que se reconfigura. Dejar ir un jarrón feo que me regaló un familiar lejano se siente, casi, como liberarme de una obligación social. Pintar las paredes de un gris que asocio con la introspección, en contraposición al rosado "de la calle" que tanto me marcó en una exposición, es como declarar mi necesidad de un santuario interior en medio del caos contemporáneo, todo orquestado por mi repentina musa de la transformación.
En definitiva, esta renovación de mi apartamento no es solo una cuestión de estética; es un viaje interior en toda regla. Cada objeto descartado, cada color elegido y cada rincón transformado son pequeñas excavaciones en mi propia historia, confirmando que, tal como Carrithers y Uprimny nos enseñan desde sus trincheras académicas, nuestro yo está íntimamente ligado a nuestro entorno material, y todo este proceso está fundamentalmente impulsado por esa capacidad creativa que nos une a todos. Ahora, si me disculpan un momento, la luz que entra por la ventana sobre mi pared recién pintada de gris me trae una curiosa imagen: el cielo de Bogotá después de una tormenta. Ese instante fugaz en que la calma sucede al caos, donde lo íntimo de mi refugio se conecta con la vastedad del mundo exterior. Tal vez este espacio renovado no es un aislamiento, sino una nueva forma de sentir ese pulso entre lo privado y lo público. Y en esa conexión, como en la danza, como en el arte, como en la propia vida, encuentro un inesperado y renovado sentido.
Paola Chaves Olarte
Excelente. Ahora deja fluir tu imaginación
ResponderEliminarGracias por ese empujón tan generoso. Me anima a seguir explorando sin tanta contención.
EliminarA través de una narrativa amena, nos lleva a filosofar sobre los tenues e intercambiables límites del apego y desapego, el ser y el deber ser, de lo íntimo y lo social.
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